domingo, 15 de marzo de 2020

La abeja y el panal

Esta es una fábula que escribí hace cerca de un año.

La Abeja y el panal

Había una vez una Abeja que vivía en un panal. Era la Abeja más trabajadora de la comunidad, siempre lograba recolectar mas néctar que las otras, otras abejitas la seguían a todos lados y constantemente daba ideas para mejorar la vida del panal. La Abeja trabajaba con humildad y siempre escuchaba a todos.

­-¿Cómo lo haces Abeja, para siempre traer tanto néctar a la colmena?- le preguntó un día otra abeja.
-Es lo que me hace feliz, soy feliz ayudando a los demás, y hace que mis días sean plenos.

Un día, Abeja salió sola muy temprano a trabajar para juntar su producción del día, que era siempre la mayor, pero al posarse sobre una bella y fragante flor, una de sus patitas se quebró.

-¡Ya no podré llevar tanto néctar como antes!- exclamó sollozando.

Volvió triste al panal, y no quiso contarle a nadie lo que le había pasado.
Con el tiempo, no pudo ser la que más miel producía, las otras abejas dejaron de seguirla y dejó de ser feliz.
Sus días se hacían largos y aburridos, y no sabía cómo pedirle ayuda a otras abejas.
En una ocasión, mientras paseaba sin rumbo, se encontró con una de las abejas mayores, aquellas que ya no podían recolectar néctar y que se dedicaban a pasar el rato en el panal y sus alrededores. El Abejón, como lo llamaban los más jóvenes, se dió cuenta que Abeja ya no era la de siempre, y con calma se acercó a hablarle.

-¿Qué pasa querida Abeja? Te noto complicada.
-Abejón, no sé que hacer. Ya no soy feliz.
-¿Y por qué joven Abeja? El sol brilla, el aroma de las flores llena nuestras narices y la colmena está haciendo más miel que nunca.
-Sí Abejón, es cierto, ¡pero desde que me rompí mi patita ya no puedo llevar tanto néctar al panal como antes! Las abejas dejaron de seguirme y dejé de tener buenas ideas.

Abejón la miró con detención y le dijo:

-Sígueme y pósate junto a mí.

Volaron hasta un hermoso girasol que se erguía en el jardín donde habitaban, y que daba vista a casi todas las flores del lugar.

-Mira esas pequeñas abejas- le dijo Abejón señalando a dos inexpertas abejitas que intentaban sacar néctar de una menuda amapola.-Ellas tienen todas sus patitas y aún así entre ambas no llevarían ni la mitad de lo que lograbas sacar tú para hacer miel.

Abeja las miró detenidamente.

-Hoy en día, tu tarea puede ser otra. No siempre todo será igual, y podrás hacer las cosas como de costumbre. Quizá hoy no vas a ser la mejor llevando néctar, pero si puedes volver a ser feliz haciendo otras cosas, por ejemplo, enseñar.
-Pero, ¡no voy a ser feliz como antes!- respondió Abeja agitada.
-Y eso es lo hermoso de la vida querida Abeja. Que las cosas pueden cambiar y que puedes sufrir mucho, pero que siempre podrás encontrar otra razón para ser feliz.

Así entonces, ambas abejas fueron a ayudar a las pequeñas que no sabían qué hacer.
Día a día, Abeja fue encontrando cosas nuevas, conociendo otras abejas, y aceptando su nuevo trabajo en la colmena, hasta que un día, después de tantas pequeñas felicidades, volvió a ser feliz.

Nunca como antes, pero siempre feliz.

Moraleja: la vida va a cambiar, y te va a poner miles de obstáculos, pero cada uno de ellos, bueno o malo, puede ser una oportunidad para ser feliz.

Por Adolfo Pastén
29/03/19

El pajarillo

Estoy experimentando con creaciones literarias, y las empezaré a subir acá.

Tras el río asoma el pajarillo,
que de niño no dispuso su razón,
para que su trino hiciera la oración,
que de viejo olvidó su corazón.

Y aunque fue creciendo en sabiduría,
a tropezones por falta de lazarillo,
en completo abandono de su nido,
el pajarillo terminaba el día a día.

Pero el conocimiento no fue suficiente,
pues la falta de cariño de su gente,
provocó que su corazón se apagara
y que su trino vacío se quedara.

Así entonces termina esta historia,
ni feliz, ni agradable de este viaje,
la moraleja es que ni siquiera el coraje,
de este fuerte y resiliente pajarillo,
cuyo nombre se borraría en la memoria,

pudo vencer su soledad en el camino.

Por Adolfo Pastén