Tras el río asoma el pajarillo,
que de niño no dispuso su razón,
para que su trino hiciera la oración,
que de viejo olvidó su corazón.
Y aunque fue creciendo en sabiduría,
a tropezones por falta de lazarillo,
en completo abandono de su nido,
el pajarillo terminaba el día a día.
Pero el conocimiento no fue suficiente,
pues la falta de cariño de su gente,
provocó que su corazón se apagara
y que su trino vacío se quedara.
Así entonces termina esta historia,
ni feliz, ni agradable de este viaje,
la moraleja es que ni siquiera el coraje,
de este fuerte y resiliente pajarillo,
cuyo nombre se borraría en la memoria,
pudo vencer su soledad en el camino.
Por Adolfo Pastén
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